Hoy se nos haba de las gran oportunidad en las pequeñas cosas de cada día , en “cada pequeño gesto ejecutado con aplicación, sinceridad y amor”.
El efecto beneficioso es doble: en el mundo y en nosotros.
En el mundo es como una gota de agua en el océano, aparentemente inútil, pero los billones de gotas hacen el océano.
En nosotros el efecto es benefactor, generador de un aura luminosa y protectora.
Lo bonito del pensamiento es que se refiere a los cientos de actos cotidianos: cómo damos la mano al saludar, cómo miramos, cuál es nuestra intención con el otro… La lista es interminable, se nos dice, el tronco común es la plena consciencia.
Si, cada gesto de amor es “como una criatura de luz que viene a acompañarnos”.
He aquí una magia potente, emancipadora, que nos hace libres.
«No esperéis que vuestro equilibrio y vuestra salud sean el resultado de la realización de grandes cosas: las posibilidades de realizar proezas sólo se presentan raramente, y os arriesgáis a tener que esperar mucho tiempo. Son las pequeñas cosas las que se revelan más benéficas, y si os acostumbráis a tomároslas en serio, desarrollaréis una actitud interior que será como una protección en muchas circunstancias difíciles de la vida. ¡Hay tantas ocasiones para las pequeñas cosas! No voy a enumerarlas, la lista sería interminable. Sois vosotros quienes debéis encontrarlas, ejercitando vuestra atención, manifestando vuestra benevolencia con todas las criaturas vivas, incluso con los animales y las plantas. Sí, y hasta con ciertos objetos.
Es vuestro amor el que os salvará, y el amor se manifiesta justamente a través de todos estos gestos aparentemente sin importancia que podéis hacer cada día. Esforzaos pues para encontrar siempre algo nuevo que hacer, sabiendo que cada pequeño gesto ejecutado con aplicación, sinceridad y amor, será cada vez como una criatura de luz que vendrá a acompañaros.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Editorial Prosveta. Imagen: O Couso (Lugo) nevado el 19 de enero de 2015 (Javier León)