La analogía de los aduaneros dormidos que hoy se nos da es muy precisa.

Cuando pensamos sin control respecto de la calidad de lo que pensamos, efectivamente nos vemos invadidos por todo tipo de corrientes e influencias negativas.

Nuestro pensamiento mecánico es con frecuencia fuente de una gran contaminación, que absorbemos de continuo.

La alternativa es ocupar la mente en pensamientos elevados.

Hay muchas cosas en el mundo, y muchas personas, que merecen estos pensamientos elevados.

Al elevar el pensamiento, entramos en otras regiones. Los más atentos entienden bien: acceden a las regiones divinas.

Al bajar los pensamientos, nos llegan todo tipo de mercancías, algunas muy nocivas.

El trabajo con el pensamiento nos protege y es además la llave de ciertos portales sagrados.

Por eso la importancia de vigilarlo y cuidarlo, de tal forma que cada una de nuestras células pueda elevar su vibración.

Si ahora me encuentro con vosotros y os pregunto: «¿En qué pensáis?» ¿estáis seguros de que podréis responder? No… Pues bien, es así cómo dejáis que cualquiera y cualquier cosa penetre en vosotros: corrientes oscuras, influencias nocivas. Como en las fronteras donde los aduaneros se hubieran dormido. Así pues, despertadles, si no vuestro territorio será invadido por malhechores, productos ilegales o peligrosos…

Sin vigilancia, ninguna adquisición espiritual duradera es posible. La vigilancia en el pensamiento, en el sentimiento y en la voluntad representa esta frontera que permite mantener a los indeseables a distancia. Por esto la vigilancia no sólo es necesaria antes, sino durante cada acto.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Su obra está publicada en España por la Asociación Prosveta Española- www.prosveta.es. Imagen: “Flame of happiness, light of the Ganges”, pintura de Nicholas Roerich (1947)