«Desde la tierra hasta las estrellas, todo el universo obedece a la ley de la jerarquía, es decir, que los elementos más groseros, los más pesados, se acumulan abajo, mientras que los elementos más ligeros, los más puros, tienden a elevarse. Es una ley física que reencontramos también en el plano psíquico.

El discípulo que conoce esta ley se esfuerza en elevarse lo más alto posible por la meditación, la contemplación, la oración, con el fin de captar partículas de materia sutil con las cuales construirá sus cuerpos espirituales. Y como estos materiales están unidos a energías, a entidades, cuanto más puros son, más vivas y resplandecientes son las energías y las entidades que atrae. Así es como reemplazando las partículas usadas de su cuerpo por partículas nuevas, el discípulo abre al mismo tiempo la puerta de su alma a los visitantes que le aportarán los más bellos presentes.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: amanecer en Badalona, 26 de mayo de 2016 (cortesía de Carmen Torres)