Se nos anima a la cultura del encuentro.

Una parte de la humanidad sigue empeñada en la cultura del desencuentro y del conflicto.


Otra parte ya ha despertado plenamente al concepto de colaboración y cooperación.

La conquista última es tratarnos de alma a alma. Es la comunicación de los que han alcanzado la unión.

Pero hasta llegar ahí podemos ir avanzando en nobles etapas.

Escribió Juan Iglesias en los años 50 que en Europa estaba pendiente el estreno del Evangelio.

Ese estreno sigue en gran medida pendiente, y no solo en Europa. Por eso las llamadas del Papa Francisco, al que hoy también citamos, suenan frescas.

Pero los que ya hayan estrenado el Evangelio en cualquier parte del mundo saben que nuestro destino es vivir como liberados vivientes.

Llenos de agua viva interior, que fluye sin parar. En dignidad. Desde el contento interior.

En esa cultura, el otro es ya el prójimo.

«La única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar y todos pueden recibir algo bueno a cambio. El otro siempre tiene algo que darme cuando sabemos acercarnos a él con actitud abierta y disponible, sin prejuicios. Sólo así puede prosperar un entendimiento entre las culturas y las religiones, la estima de unas por las otras sin opiniones previas gratuitas y con el respeto de los derechos de cada una».

Papa Francisco, encuentro con la clase dirigente, Teatro Municipal de Rio de Janeiro, 27 julio 2013. Foto: atardecer en Garabitos, Sierra de La Muela-Cabo Tiñoso, Cartagena, 26 noviembre 2013 (foto de Javier Pedreño).