Es bueno recordar que somos espíritu que se manifiesta en la materia. Nos ayuda a no caer en las redes de la materia ni en la desazón de percibir sus límites, su transitoriedad. Somos otra cosa, aunque hemos de hacer el mejor uso de la materia, de nuestros talentos.
Recordar nuestra verdadera esencia nos dará armonía y ecuanimidad, y pasaremos por la vida con mayor equilibrio, viendo el mundo desde la posición de observador, desde la que podremos trabajar desde la calma y desde el equilibrio.
Así pues, hagamos una pausa varias veces al día para recordar de dónde venimos, para recuperar la fuerza primordial, y para seguir trabajando en la materia pero con la tranquilidad de conocer que no somos sólo materia.
«Existen en la vida situaciones difíciles en las que sentís que una falsa maniobra, una palabra, una intervención, un gesto fuera de lugar puede ser fatal para vosotros. Por lo tanto, cuando os encontréis en esta clase de situaciones, empezad por evitar precipitaros, haced el silencio en vuestro interior y uníos al espíritu para que venga a controlar vuestros pensamientos; los pensamientos controlarán las emociones y los sentimientos, que a su vez controlarán vuestros gestos, vuestra voz y vuestras palabras. Es así cómo hallaréis la actitud correcta, y reaccionaréis acertadamente.
Frente a cualquier circunstancia, esto debe ser para vosotros un reflejo instintivo: comenzad uniéndoos al espíritu. Es como si estuvierais realizando una conexión: colocáis vuestro ser bajo el control del espíritu, y poco a poco todo se organiza y se ordena. Entonces actuáis de una forma equilibrada y armoniosa, y conseguís la victoria, estáis salvados.»
(Omraam Mikhaël Aïvanhov 1900-86. Pensamientos cotidianos www.prosveta.es. Foto: K2, agosto de 2005, autor Jonás Cruces)