En nuestro interior podemos hacer hueco para albergar las fuerzas más elevadas y poderosas, las energías búdica y crística de las que se hablaba ayer en la meditación.
Nuestro interior puede recibir estas fuerzas cuando está limpio y cuidado, y cuando ya no lo habitan ni el odio, ni la envidia, ni la codicia ni la ofuscación.
La cólera, el orgullo, la gula, la lujuria, nos oscurecen y llenan nuestro interior de lastres pesadísimos que impiden que las fuerzas superiores vengan a visitarnos.
Pero si insistimos en ese hogar interior podremos construir el templo al que vendrán a alojarse las fuerzas más puras, transformando completamente nuestra comprensión de las cosas.
Podemos ser actores activos en traer a nosotros estos estados superiores si perseveramos en la limpieza interior.
Entonces veremos la gloria.
Aunque os halléis en las peores condiciones psíquicas y materiales, no os dejéis debilitar por el pensamiento de que el mal, bajo todas sus formas, puede alcanzaros tan fácilmente. Si siempre os sentís débiles, vulnerables y sin protección, entonces ahí sí, estáis realmente en peligro. Pero haced un trabajo interior para uniros a las entidades celestiales, a la luz, llevad una vida honesta y pura, y sentiréis que algo esencial en vosotros permanece protegido a pesar de todo.
Diréis: «Pero siento que algunas personas no dejan de proyectar sobre mí malos pensamientos.» Pues bien, estos malos pensamientos terminarán recayendo sobre ellas, porque obrando de este modo son vulnerables a la ley de choque de rechazo. El mal no puede penetrar en un ser que está ocupado por el Señor, ocupado por los ángeles; es rechazado de inmediato y retorna sobre la cabeza de aquél que lo ha enviado. Aferraros a esta verdad y os sentiréis protegidos.
Omraam Mikhäel Aïvanhov (!900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es. Foto: Niña residente en Anand Bhavan (la casa de la alegría), Howrah, Calcuta, India, 22 marzo 2010