Ayer muchos recibimos el regalo de las palabras y de la presencia de Thich Nhat Hanh.

Habló de que si somos conscientes de nuestro sufrimiento y de el de los demás, desarrollaremos la compasión.

La compasión es la puerta al respeto y al amor.


Habló de que la práctica de la plena consciencia (mindulfulness) es la práctica para estar en el aquí y el ahora, y es la puerta a la paz, al sosiego, a la calma.

Los seres humanos van detrás del dinero, del placer, del poder. Eso genera sufrimiento.

Hay que ir en busca de la calma interior y de la sencillez, y ello procura alegría, paz y felicidad.

Thay recordó todas las cosas de las que deberíamos estar agradecidos, que no pueden escribirse ni en una hoja, ni en dos, ni en diez…

Nos invitó a vivir de otro modo, a despertar.

Que el canto que Thay y sus monjes elevaron para disipar el sufrimiento del mundo sea nuestro canto.