Cuando aportamos armonía al mundo colaboramos en una forma de creación superior.
La armonía es limpiadora y regeneradora, y es un logro maravilloso, se nos dice hoy.
Desde la armonía podemos trabajar con un propósito más elevado.
Las voces externas nos distraen permanentemente, nos zarandean, pero nuestra es la responsabilidad de convocar la armonía como un fuego que ilumina.
Y de alimentar ese fuego, de mantenerlo, de vivirlo.
La frase de Jesús “Mi Padre trabaja y yo trabajo con Él” viene entonces a la mente.
Desde la armonía podemos contribuir.
Ver el fuego de los corazones armoniosos,
llevando a cabo la tarea del Creador,
es un logro maravilloso.
Las hojas del Jardín de Morya, I, sutra 407, 1924 Agni Yoga Society, Nueva York. Foto: anochecer en Atlanta, Georgia, Diciembre 2009, autora Olga Diego