Hoy se nos dice que podemos ser habitados por algo grande y puro.

En este breve tiempo que pasamos en la tierra podemos vivir conectados o en desconexión.

La unión (el yoga) lo es con nuestro Ser superior y a partir de ahí con el Uno.

Pero pasamos una gran parte de nuestra vida sin un punto de encuentro o de unión.

Es como estar sin anclaje, sin centro, desencajados, sin refugio al que volver.

Por eso el recuerdo hoy de buscar todos los días un momento para conectarnos con las regiones del alma y del espíritu.

Poco a poco todo va cambiando y nuestros ojos ven otro mundo.

Lo denso y lo opaco deben dejar paso a lo liviano y a la luz.

«Los pensamientos y los sentimientos son corrientes de fuerzas. Por ello debéis estar siempre atentos a la calidad de cada pensamiento, de cada sentimiento que aceptéis alimentar en vosotros. Esto debe ser incluso una de vuestras principales preocupaciones. Cada día, procurad consagrar al menos unos minutos a una actividad que conecte vuestro intelecto y vuestro corazón con las regiones del alma y del espíritu. Escoged una actividad que os obligue a atraer y a conservar en vosotros las imágenes más luminosas, los estados de conciencia más elevados; consideradla como el momento más importante de vuestra jornada, pensad que de este momento dependen vuestro futuro, vuestra salvación. Al principio, quizá no veáis todas las consecuencias benéficas. Pero continuad: poco a poco os sentiréis habitados por algo muy grande, muy puro, y suceda lo que os suceda, esta presencia en vosotros os aportará la fuerza, la paz y el gozo.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: atardecer en Majadahonda, domingo 26 enero 2014