«Cuando un enfermo suplicó a Jesús que le curara, éste le preguntó: «¿Tienes fe?» ¿Por qué le hizo esta pregunta? Porque tener fe, significa abrir una puerta a las fuerzas espirituales. Lo que emprendéis gracias sólo a vuestras capacidades, a vuestra voluntad, obedece a un mecanismo natural y se halla por lo tanto sujeto a la ley de las causas y de las consecuencias. Mientras que en el momento en que hacéis intervenir la fe, abrís una puerta para facilitar la entrada de los poderes celestiales; estos poderes celestiales penetran en vosotros y reparan, purifican, sanan, incluso cuando a veces no lo merezcáis del todo.

Se puede por tanto decir que la fe fuerza a la gracia; abre una puerta por la cual la gracia está obligada a entrar. Pero a condición, evidentemente, de que la hayáis invitado de antemano, como el enfermo que pedía a Jesús que le curara. Con esta petición, atraía la atención de Jesús hacia él, y con su fe, permitía que el poder de Jesús se manifestara en él.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: atardecer en Antigüedad, Palencia  26 enero 2016 (Marga Lamoca)