Hoy nos habla Aïvanhov de nuestro interior, que puede convertirse en un templo o en una cuadra.

Nos anima a la purificación interna para que las fuerzas superiores se instalen, para que nuestra alma se manifieste.

Cuando el templo está abandonado y sucio, el alma también permanece oculta.

Hay un ideal de pureza al que todo ser humano ha aspirado en algún momento de su vida y que por unas u otras razones se va perdiendo en el camino, haciéndose jirones que quedan esparcidos por aquí y por allá.

Pero nunca es tarde para recuperarlo, para volver a empezar, para limpiar la casa interna.

Es como un ayuno que limpia y fortalece.

Entonces, cuando el templo esté limpio, las presencias más hermosas nos visitarán.

Está escrito en las Escrituras: «Sois el templo del Dios vivo». Sí, un ser humano que ha sabido reforzar su voluntad, purificar su corazón, iluminar su intelecto, expandir su alma y santificar su espíritu, semejante ser se ha convertido en un verdadero templo, su cuerpo físico ya es de por sí un templo, y puede invitar al Señor para que venga a habitar en él. Desgraciadamente, la mayoría de los humanos no cuidan para nada su templo, no cesan de estropearlo sirviéndose de él para saciar sus instintos y buscar todos los placeres: el cuerpo entonces ya no es ningún templo, es un establo, una cuadra. Como en el Templo de Jerusalén al que los mercaderes traían todo tipo de ganado y aves para venderlos. Todo el mundo encontraba esto normal, excepto Jesús que cogiendo unas cuerdas para hacer un látigo, echó a todos esos mercaderes diciendo: «Quitad esto de aquí, no convirtáis la casa de mi Padre en un mercado.»

Por lo tanto, no imitéis a los mercaderes del Templo, no hagáis de vuestro cuerpo una guarida de animales; de lo contrario, no será el Señor quien venga a habitarlo, sino entidades inferiores, indeseables a quienes les gusta alimentarse de materiales impuros. Y con semejantes inquilinos ¿cómo creéis que os vais a sentir?

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86),  “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: alumna del taller de bordados en Anand Bhavan, programa Colores de Cacuta, Howrah, 6 febrero 2012, foto de Jaime Blanco