«En vez de permanecer ocioso, perdiendo su tiempo y sus energías con actividades que no le aportan nada bueno, el ser humano, con su trabajo paciente e inteligente, puede reforzar considerablemente a ciertas entidades de luz que se hallan en él. Él mismo quizás sea débil, pero estas entidades son poderosas, y si les proporciona las condiciones necesarias para que manifiesten su poder, gracias a ellas irá por todas partes iluminando a las criaturas y preparando la llegada del Reino de Dios. Por el momento, ¿cuántos, entre vosotros, participan verdaderamente en este trabajo? Plantearos la cuestión con sinceridad. Todavía estáis indecisos, fluctuando al servicio de fuerzas ciegas. Consagraos de una vez al servicio de un ideal elevado – a la llegada del Reino de Dios, y no os preguntéis en quien os convertiréis. Este ideal os lo aportará todo.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: amanecer en el Bonfin (Francia), 26 julio 206 (cortesía de Valerie Unite)