En el capítulo sexto del Bhagavad Gita hay instrucciones muy precisas sobre la meditación.
La meditación es la ciencia de la unión, y la unión con nuestra alma es la antesala a la unión —a la comunión– con el Uno.
Traemos hoy tres de los 47 sutras que forman este capítulo, que abre puertas hacia la libertad.
La ciencia de la unión es simple: solo requiere práctica y corazón limpio. No atiende a modas. Fue revelada hace 5.000 años.
La llamada es a convertirnos en yoguis, en buscadores permanentes de la unión para que “la conciencia de la perfección empape todos nuestros actos”.
Ser yogui es buscar la unión con el ser y la unión con el Uno.
Esa unión puede buscarse y encontrarse en medio de nuestras tareas cotidianas: barriendo la calle, lavando los platos, operando a un paciente, redactando un contrato, atendiendo a un cliente, leyendo un libro, vendiendo un producto… Es decir, en todas las tareas cotidianas cuando están informadas por la consciencia y por la limpieza de corazón.
Para el yogui el alma se convierte en lámpara de luz permanente, en conexión con la Luz Divina.
Todos podemos ser yoguis, se nos dice.
”12. Una vez preparado así el asiento, en total reposo ha de practicar el Yoga, para la purificación de su alma, uniendo su mente con la fuerza vital que habita en su cuerpo hasta poner su mente en paz. En este silencio, el alma se encuentra en presencia del Uno.
15. El Yogui que tiene su mente bajo control y vive de esta suerte, dueño de su inteligencia y constantemente unido a su yo superior, obtiene la paz del supremo Nirvana que reside en Mí.
19. El Yogui que, recogido en sí mismo, se halla absorto en la contemplación de la Luz interior, ha hecho de su alma una lámpara cuya luz, al abrigo del viento, permanece inalterable sin la mínima oscilación”.
Bhagavad Gita, capítulo 16, sutras 12, 15 y 19, versión de Julio Pardilla, editada en Edicomunicación, 1999. Imagen: Tcich Nhat Hanh en meditación