«Seguro que habéis hecho esta experiencia: estabais ocupados en tareas de la vida cotidiana, no pensabais en nada preciso, y de repente sentisteis como una corriente, una presencia cerca de vosotros, algo vivo que os aportaba una luz, una paz, un gozo. ¿Y qué habéis hecho entonces?… En momentos semejantes, dejad toda ocupación y concentraros en esta visita inesperada. Son éstos unos instantes especiales y preciosos que no hay que dejar pasar mostrándose negligentes.

¡Cuántas veces visitantes celestiales vienen a instruiros y a enriquecer nuestra vida! Si no hacéis el esfuerzo de recibirlos en el momento que se presentan, se acabó, por mucho que les busquéis, que les supliquéis, ya no volverán. O bien, volverán ¿pero cuándo?… Hay que aprender a reconocer inmediatamente a estos visitantes y a retenerles el mayor tiempo posible, porque muy rápidamente ya no tenéis la menor idea de lo que venían a traeros. Dedicad el tiempo que haga falta para haceros conscientes de lo que representan las visitas celestiales: éstas dejarán en vosotros una huella indeleble.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: río Parga en los aledaños de la ermita de San Alberto entre Bahamonde y Guitiriz (Lugo), 18 de marzo de 2016 (cortesía de Koldo Aldai)