Todos conocemos la sensación de estar desencajados, fuera de nuestro eje, de nuestro centro.

Con frecuencia los seres humanos respondemos a las dificultades de la vida con desencuentros, engaños, violencia. Todo eso nos rompe tarde o temprano.

Hoy Aïvanhov nos habla de buscar primero en el mundo interior para unirnos al mundo invisible.

Ese mundo, nos dice, nos inspirará siempre la mejor conducta a seguir, los mejores métodos a emplear.

¿Es posible estar en armonía en un mundo que vive en desarmonía? ¿Es posible estar en paz y en quietud en medio del torbellino? ¿Puede estarse en paz y sin embargo contribuir al trabajo común?

La respuesta evidente es que si, y depende en su casi totalidad de lo que cada uno de nosotros decida: construir un mundo de paz interior, conectado al mundo invisible, o dejarse llevar por el torbellino exterior, y ser uno más en ese torbellino.

No podemos esperar a que las condiciones del mundo sean propicias para buscar nosotros la paz, porque el mundo siempre ha estado desencajado.

Pero a pesar de ello, cada uno puede ir a la búsqueda de esa paz.

Y desde la paz individual, la calma individual, la ecuanimidad de cada uno, es entonces cuando el mundo cambiará.

Que cada uno contribuyamos nuestra parte.

A los humanos no les faltan recursos en el plano físico, pero es en el plano psíquico donde les son dadas las mayores posibilidades. Raramente son conscientes de ellas porque, sin haberse ejercitado, no saben cómo utilizarlas. Por esto, al menor inconveniente enloquecen o se lamentan; jamás se preguntan si en su pensamiento, en su espíritu hay elementos susceptibles de remediar. Al contrario, se ponen a correr, se irritan, se toman pastillas…. o cogen las armas.

El espiritualista es aquél que ha comprendido que, en circunstancias difíciles, el espíritu es la única fuerza verdadera. Comienza pues concentrándose, recogiéndose, uniéndose al mundo invisible para recibir la luz, sabe que es ella la que le inspirará la mejor conducta a seguir, los mejores métodos a emplear. Por esto, algún tiempo después, se le ve decidido, calmado, dueño de la situación. Puede buscar después ayudas materiales, pero donde primero busca es en su interior. ¿Cómo solucionar sus asuntos cuando se ha perdido todo control sobre sí mismo?

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen:  “Sacred Tangla” (1939), pintura de Nicholas Roerich