Seguimos esta mañana con palabras muy claras del Papa Francisco en su visita a Brasil en julio.
No se anda por las ramas al denunciar el egoísmo y la corrupción de las instituciones políticas.
No oculta la incoherencia de la Iglesia y de los ministros del Evangelio, y de los que dicen llamarse cristianos.
Y la denuncia de las toneladas de alimentos que se tiran cada día en el mundo se dirige también a nosotros.
(Ni un grano de arroz al terminar el plato, decíamos días atrás).
Tiempo de denuncias para el Papa Francisco, y de catarsis para todo aquel que quiera sentirse aludido. Para todo aquel que quiera seguir el mensaje de Jesús.
Bienvenidas estas denuncias ante tanta incoherencia e hipocresía.
Porque como bien dice este hombre “Cristo acoge con los brazos abiertos”.
«Cristo acoge todo con los brazos abiertos. Él recorre con su cruz nuestras calles para cargar con nuestros miedos, nuestros problemas, nuestros sufrimientos y se une al silencio de las víctimas de la violencia, que ya no pueden gritar, sobre todo los inocentes y los indefensos; Jesús se une a todas las personas que sufren hambre en un mundo que cada día tira toneladas de alimentos; se une a quien es perseguido por su religión, por sus ideas o simplemente por el color de su piel; se une a tantos jóvenes que han perdido su confianza en las instituciones políticas porque ven el egoísmo o la corrupción, o que han perdido su fe en la Iglesia, e incluso en Dios, por la incoherencia de los cristianos y de los ministros del Evangelio».
Papa Francisco, Via Crucis en Playa Copacabana Rio de Janeiro, 26 julio 2013. Foto: atardecer, 23 noviembre 2013 (foto de Cris Parga Román).