El pensamiento de Aïvanhov de hoy es muy fácil de experimentar en la práctica.

Cuando se crean las condiciones propicias para los pensamientos elevados, éstos surgen y se produce una renovación interna que pasa por todas las células.

Cuando se crean pensamientos destructivos se entra en una habitación oscura y sin aire.

Depende de nosotros cada vez.

El jardín que ha costado tanto construir requiere un cuidado para que las malas hierbas no lo aneguen todo.

Cada uno de nosotros tiene que estar atento y vigilante para cuidar el jardín.

Colocáis el pie sobre el primer escalón de una escalera mecánica: en el mismo instante se pone en marcha y os lleva hasta el piso superior o inferior. ¿Qué ha sucedido? Al poner el pie, simplemente habéis cortado un haz luminoso y la interrupción de este haz luminoso ha activado unos aparatos que han puesto en marcha esta enorme escalera que pesa toneladas.

Un proceso análogo se produce en la vida interior del hombre. Cada uno de sus pensamientos, cada uno de sus sentimientos corta un rayo en alguna parte y unos aparatos se ponen en marcha. A menudo, en vez de llevarlo a los pisos superiores de su conciencia, las escaleras lo conducen hacia los subterráneos donde es privado de aire, de luz, de calor y de espacio. Pensáis que podéis tener cualquier tipo de pensamientos o sentimientos, pero sabed que cada uno de ellos produce una puesta en marcha cuyos efectos os proyectarán hacia arriba o hacia abajo. Así pues, cuidado, ¡estad vigilantes!

Omraam Mikhäel Aïvanhov. Pensamientos cotidianos. Foto: madre e hijo, Salgaon, India, mayo 2009