Hablamos cada mañana de estar atentos a una Voz.
No es fácil discernirla en medio de la vida mundana.
Los ruidos tiran de nosotros y nos dejamos tirar.
Se nos envía Bienaventuranza.
Se nos envían Palabras Sagradas.
Son como bálsamo, pero es preciso abrir la puerta.
» Satisfecho con la vida mundana,
el espíritu no puede entrar en el Templo Prometido.
La verdadera felicidad llama a los portales del corazón,
mas a las Palabras Sagradas no se les permite la entrada.
La felicidad rechazada es felicidad perdida.
Os envío Bienaventuranza.”
Las hojas del Jardín de Morya, I (La llamada), sutra 102, Agni Yoga Society, Nueva York, 1924 Imagen: Navacerrada (Madrid), abril 2015 (Fermín Tamames)