«La leyenda explica que, cuando Jesús nació, el sol bailó en el cielo, los árboles viejos volvieron a erguirse, les nacieron hojas y lanzaron una vez más la fragancia de las flores. Esos son los símbolos de lo que tiene lugar en nuestros corazones cuando el Niño Jesús nace de nuevo cada año. Bendecida por el brillo del sol de la Navidad, nuestra naturaleza, que quizás hace tiempo que no tiene hojas, da a luz un nuevo amor, una nueva amabilidad, una nueva misericordia y una nueva compasión. Como el nacimiento de Jesús fue el inicio de la vida cristiana, así la alegría desprendida de la Navidad debe dar inicio al espíritu que debe gobernar el nuevo año”.
Hellen Keller (1880-1968), “La puerta abierta” (1957), p77, Plataforma Editorial. Imagen: el río Duero en Soria, 22 diciembre 2015 (José Ramón Álvarez Layna)