La alquimia transformadora tiene lugar en nuestro interior.

Por eso se nos habla siempre de construir el orden y la armonía dentro antes de buscarlos fuera.

Cuando profundizamos en el diálogo interior nuestra visión del mundo externo cambia.


En ese despertar de consciencia vemos cosas que antes no veíamos, y la mente ofuscada da paso a la mente clara.

Las cualidades del alma permanecen latentes, esperando informar todo nuestro ser.

La armonía y la pureza son algunas de esas cualidades.

Están ahí, a la espera de que demos al botón de inicio.

Hay muchos despertares cuando estamos atentos.

«Aquél que quiera descubrir las riquezas y el sentido del mundo que le rodea, debe empezar por encontrar estas riquezas y este sentido dentro de sí mismo. Es una ley. Sea lo que sea con lo que nos encontremos exteriormente, si de alguna forma no lo hemos encontrado ya interiormente, pasaremos a su lado sin verlo. Cuanto más viváis interiormente la belleza, más la descubriréis a vuestro alrededor. Muchos objetarán que esto no es posible: si no la ven, es que no se encuentra allí. Se equivocan, la belleza está allí, y si no la ven, es porque todavía no han desarrollado suficientemente algunos de sus órganos sutiles de percepción.

Empezad pues por buscar cómo captar la belleza interiormente y la veréis también en el exterior, porque el mundo físico, objetivo, no es otra cosa que un reflejo de vuestro mundo interior, de vuestro mundo subjetivo. Es casi inútil que busquéis en el exterior la belleza, el amor, la sabiduría, la verdad, si no habéis empezado por descubrirlos dentro de vosotros.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: La Barranca, domingo 26 enero 2014