Con frecuencia vivimos en tensión, que nos impide alcanzar estados duraderos de comunión.

Es habitual pensar que viene de fuera, pues los seres humanos somos especialistas en culpar de nuestros problemas a circunstancias externas o a otras personas.

Pero la armonía y la paz requieren una preparación y una práctica que rara vez seguimos.

El ritual es simple: sustituir pensamientos nocivos y violentos por pensamientos elevados y amorosos.

Es regenerador y su efecto se deja sentir en muy poco tiempo. Requiere cerrar ciertas puertas a la contaminación del mundo externo y también de nuestra propia mente.

No se trata de crear estados ilusorios de optimismo irracional, sino de observar el mundo con la ecuanimidad y equilibrio a que tan bellamente se refiere el Bhagavad Gita.

Así pues, con nuestro pensamiento debemos preparar el camino para alcanzar y permanecer en los estados superiores de consciencia.

Los anuncios luminosos, como diría Borges, se empeñan en llevarnos hacia los estados de consciencia más bajos y mecánicos.

Pero nosotros, desde nuestra voluntad, podemos crear la armonía interna.

¿Por qué tenéis dificultades para meditar? Porque todavía no habéis comprendido bien que cada momento de la existencia no está aislado, sino unido a todos aquellos que le preceden: debéis por tanto estar atentos y preparar las condiciones con el fin de poder realizar, llegado el momento, un verdadero trabajo con el pensamiento.

Suponed que hayáis discutido con alguien: al día siguiente cuando queráis meditar, no dejaréis de darle vueltas al asunto y ajustar cuentas con él. En vez de sentiros liberados y elevaros hasta las regiones divinas, estaréis ocupados únicamente en continuar vuestras discusiones de la víspera. Una vez por una razón, otra por otra, se repetirá siempre la misma historia y jamás sabréis meditar. Así pues que quede claro. Podéis realizar muchas cosas con el pensamiento, pero a condición de que toméis conciencia de que cada instante de vuestra vida está unido a los que le preceden, y que el trabajo con el pensamiento, así como todos los demás trabajos, debe prepararse.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86),  “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: escena en un tejado de Pilkhana, Howrah, India, 3 febrero 2012, foto de Delia Hernández