El gran asunto humano es el dar o el tomar.
Hoy se nos anima a dar lo mejor nuestro.
Con frecuencia los humanos damos lo peor nuestro: nuestro egoísmo, nuestra irritabilidad, nuestra violencia, nuestra indiferencia, también nuestra estupidez y nuestro odio. Todo ello abunda por doquier.
Así pasamos por la vida. Tristemente. La vida, en vez de ser un jardín frondoso, es un erial inhóspito.
Un día el ser descubre una tierra magnífica dentro, un jardín que puede ser cultivado con paciencia y esmero.
Al llegar, esa tierra y ese jardín están abandonados, perdidos, llenos de maleza, de zanjas peligrosas y oscuras.
Pero la tierra es fértil cuando se la cuida.
Aportar, dar: la vida empieza entonces a fluir.
Dar, he ahí un pensamiento que no debe nunca abandonaros. Sí, habituaros a dar, y a dar lo mejor de vosotros. Evidentemente, esto no es una filosofía muy extendida entre los humanos: por todas partes sólo se piensa en tomar, y los seres sólo interesan en la medida en que se puede obtener de ellos alguna cosa. Incluso cuando van a una Escuela iniciática, algunos sólo desean tomar. Pero al cabo de cierto tiempo, como no hay tantas cosas de las que puedan adueñarse, excepto verdades que no les interesan, se aburren y se van.
Así pues, he ahí cómo, a partir de ahora, debéis ver las cosas: pensad que hay en vosotros una tierra magnífica, un jardín en el cual cultiváis toda clase de flores y de frutos, y que aportáis al mundo entero productos de este jardín, A consecuencia de ese deseo de hacer algo por los demás, se abrirán puertas ante vosotros, todo os parecerá nuevo, haréis sin cesar nuevos descubrimientos. Es cuando queréis dar, aportar alguna cosa a los demás, que la vida empieza a fluir en vosotros.
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: fiesta de fin de curso de Anand Bhavan, del programa Colores de Calcuta, abril 2010