Con frecuencia lo superfluo invade nuestras vidas.

La Semana Santa es un período propicio para hacer silencio interno y externo.

Para recordar lo importante, para eliminar lo superfluo.

Para decirnos: podemos vivir más livianamente, sin tanta carga, con mayor pureza y nobleza.

Pero para eso hay que soltar lo superfluo y lo banal. Soltarnos de lo que nos ata.

La vida entonces recuperará su sentido, su magia.

Y desde ese silencio, reducido el ruido de lo superfluo, empezaremos a comprender.

Foto: dispensario médico en Pilkhana, Howrah, India, 23 marzo 2010

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