Con frecuencia en estas notas recordamos la frase de Jesús de trabajar con el Padre.
Hoy se nos ofrece un método para unirnos en ese trabajo.
Una parte del mundo nos invita al desánimo, otra a pensar en lo alto, unidos al Padre.
“Gracias por la vida”, dijo ayer una persona. “Gracias por la vida”, fue la respuesta. Y luego, silencio.
¿Podemos ir y venir al encuentro del Alma universal, como se nos dice hoy?
¿Podemos salir de nosotros para entrar en Nosotros?
Hay un trabajo que nos espera, y en ese trabajo nunca estaremos solos.
«Mi Padre trabaja, y yo también trabajo», decía Jesús. Como Jesús, los Iniciados que tienen la conciencia despierta, participan cada día en el trabajo de Dios; y vosotros también podéis participar en este trabajo. Diréis: «Pero ¿cómo, nosotros, tan ignorantes, tan débiles, podemos participar en el trabajo de Dios?…»
Os daré un método. Permaneced, en un principio, un largo espacio de tiempo en el silencio y la inmovilidad, después comenzad a elevaros mediante el pensamiento… Imaginad que abandonáis poco a poco vuestro cuerpo físico, saliendo por esta obertura que se encuentra en lo alto de vuestro cráneo. Continuad imaginando que atravesáis vuestros cuerpos causal, búdico y átmico, que os unís al Alma universal, este principio cósmico que llena el espacio, y que ahí, participáis en su trabajo en todos los lugares del universo a la vez. Vosotros mismos, seguramente no tenéis claro, en este momento, lo que hacéis, pero vuestro espíritu, él, si lo sabe.
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86) , Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: niña en Benarés, India, 27 abril 2010