Nuestra vida en la tierra es tan compleja que hemos olvidado nuestro destino.

Este destino es —se nos dice– vivir en la armonía y en la luz, para manifestar el amor, la sabiduría y la fuerza.

Es cierto que los opuestos —el odio, la ignorancia, la debilidad— se manifiestan con fuerza y que una parte de la familia humana vive en desarmonía y en oscuridad.


Pero hay un plan que ya empieza a intuirse por más y más personas.

El Presidente Obama, en su visita a la Oklahoma devastada por el tornado, dijo hace unos días que “Dios tiene un plan”.

Muchas personas le han criticado fuertemente por ello.

Y sin embargo, en esas palabras hay la comprensión de algo superior: un Plan.

A eso se refiere hoy Aïvanhov en el pensamiento: al Plan de la armonía y de la luz, hoy aparentemente una utopía y más que eso, una quimera.

Pero está escrito.

«No debemos olvidar nunca que el destino del ser humano es uno de los más gloriosos. Dios lo ha creado para que viva en la armonía, en la luz, para que manifieste el amor, la sabiduría, la fuerza.

Os preguntaréis: «Pero entonces, ¿por qué resulta tan difícil alcanzar este estado de perfección al que estamos predestinados? Porque no sabéis como rechazar a los enemigos interiores que intentan llevaros hacia otra dirección. Estos enemigos son todos aquellos malos hábitos por los que os{jcomments on} dejáis llevar, porque vuestra conciencia no ha despertado todavía. Pero deciros: estos enemigos sienten muy bien si tenéis o no una conciencia clara de vuestra predestinación. Entonces, cuando ven que conocéis el camino a seguir y que lo mantenéis porque sabéis que en él hay una finalidad a alcanzar, terminan poco a poco alejándose… «

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Ben Nevis, Escocia, 22 febrero 2013 (Jonás Cruces)