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Ayer se nos habló del piso de arriba, en el que entra más luz.

En el sótano todo os oscuro y lúgubre, y hace frío. Allí pasamos mucho tiempo.

Nos dice Aïvanhov que subamos al piso de arriba, a la esfera del alma.

Allí hay una fusión muy precisa, un encuentro con la luz divina.

Los liberados vivientes están siempre en esa comunión.

Nosotros también tenemos la capacidad de subir al Yo Superior, de conectar con la otra realidad, la permanente.

Podemos elevarnos y vivir e la luz y en la paz.

Descubriremos otra vida, tendremos otras vistas.

El piso de arriba nos llama para darnos fuerza y refugio.

«Os sentís tristes, inquietos e irritados… Estas sensaciones corresponden a unos niveles de conciencia inferiores. Entonces, ¿por qué no cambiar de nivel? Así como nada os obliga a permanecer en vuestro sótano donde está oscuro y hace frío, nada os obliga tampoco a permanecer en vuestros sótanos interiores. Mediante la concentración y la oración esforzaos en elevaros hasta las regiones de la superconciencia, la conciencia divina, donde viviréis en la luz y en la paz.

Haciendo este ejercicio os daréis cuenta que nada puede limitaros, porque vuestro ser se extiende hasta el infinito. Os fusionáis con la luz divina, y en esta fusión, que es la única experiencia verdadera de libertad, sentís, aunque no sea más que por un corto instante, que vuestro Yo superior, que es una partícula de Dios mismo, toma poco a poco posesión de vosotros… A partir de entonces, cualquiera que sean las circunstancias, sabréis que por encima vuestro el espacio siempre está libre y abierto.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Bhutan, 13 mayo 2010