Seguimos en la grata compañía de estas presencias, de estas miradas.

Estos rostros que nos animan a vivir sin mentira.

Estos rostros todavía no contaminados, que nos hacen recordar una vida más simple y también más amorosa.

El cielo se ha abierto para que lleguen ideas nuevas que permitan superar los paradigmas caducos de “lo mio, lo tuyo”.

El cielo sigue abierto y los conceptos caen y se difunden. Llevan más de dos mil años revoloteando en el aire, pero el cielo se abre de nuevo para que lleguen con más fuerza.

Todavía no los captamos del todo, pero siguen cayendo, como lluvia fina.

Hablan de hermandad, de compartir, de bajar las armas.

No entienden la agresión, la avidez.

Nuestros hijos también son estas niñas.