Traemos esta preciosa imagen del Pirineo hace unos días de agua que se renueva y reparte vida a su paso.

Nuestro pensamiento puede ser como ese agua: limpio, poderoso, dador.

El pensamiento puede ser dador de lo mejor nuestro.


Muchas veces hemos hablado aquí de lanzar desde nuestro pensamiento flechas benévolas a nuestro alrededor.

Durante el día tenemos múltiples ocasiones para repasar nuestras preocupaciones y frustraciones, o para elevarnos por encima de ellas con un pensamiento elevado.

Si de algo somos dueños, es de nuestro pensamiento.

Puede construir o puede destruir.

Puede enviar amor o puede enviar odio.

Puede curarnos o puede envenenarnos.

Esas son las opciones a nuestro alcance.

«Debemos cultivar el lado externo para la sociedad y el lado interno para nosotros mismos, pero siempre siendo conscientes de que nuestra vida interior se propaga y un día alcanzará al mundo entero, a todos los seres de la tierra y del Cielo. La actividad exterior es muy reducida, pero la actividad interior es muy amplia. Nuestros actos sólo pueden repercutir en unas pocas personas, mientras que nuestros sentimientos y en especial nuestros pensamientos pueden llegar hasta todos los seres. El pensamiento es mucho más poderoso y abarca infinitamente más cosas que la voluntad inspiradora de nuestros actos; igualmente es más sutil y posee más posibilidades. Con el pensamiento podemos hacer todo lo que queramos, incluso viajar por el espacio; mientras que la voluntad, que se ejercita en la materia, halla grandes resistencias y su campo de acción permanece muy limitado, Un día, sin embargo, después de muchas encarnaciones y de haber realizado un inmenso trabajo psíquico, la actividad de nuestra voluntad seguirá de inmediato a la de nuestro pensamiento.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: cascada en el Pirineo catalán, 30 junio 2013 (Joaquín Roca)