Los seres humanos pasamos mucho tiempo inscribiendo y rebuscando en los libros humanos.

Son los libros de la propiedad, de la contabilidad, de las relaciones, de los clubs de unos y otros.

Pasamos tiempo y vidas dando la espalda a un libro más importante, que es el Libro de la Vida.

El Libro de la Vida eleva nuestro pensamiento y nuestra existencia al universo entero, donde nos encontramos con el Uno.

En ese encuentro, además, nos encontramos también con el otro, contigo, conmigo, con aquel.

Cuando nos damos, cuando damos, estamos escribiendo en el Libro de la Vida.

Cuando solo miramos lo nuestro, en nuestro pequeño mundo, puede que escribamos mucho en los otros libros pero con seguridad esas letras quedarán olvidadas.

La Vida se abre generosa ante nosotros:¿sabremos salir a su encuentro?

Olvidad un poco todo lo que os falta. Cuando se tiene la posibilidad de abarcar con el pensamiento el universo entero, de comulgar con todas las entidades luminosas que lo pueblan, ¿cómo sentirse solos, desprovistos o humillados? Nadie puede arrebataros estas riquezas. ¿Qué necesitáis aún para comprender que estáis colmados, y que con esta abundancia podéis ayudar también a los demás? Aprended a ser generosos, dad de vuestras riquezas, e incluso de vuestras riquezas materiales, si podéis hacerlo. Si no, os pasaréis el tiempo temblando por miedo a perderlas, y acabaréis por olvidar que existe gente desgraciada y necesitada. ¡Venga, distribuíd! Perderéis el miedo a ver que tales acciones bajan en la bolsa, de que tal moneda se devalúa, etc. Y al mismo tiempo, vuestro gesto se inscribirá arriba en el Libro de la Vida y un día lo volveréis a encontrar todo amplificado.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Niños en el dispensario de Pilkhana, del programa Colores de Calcuta de Fundación Ananta