El pensamiento de hoy nos habla de una actitud, de intentar actuar tan bien como podamos.

Cuando estamos centrados, en la calma del ser, las posibilidades de ayuda aumentan.

Del bien que podamos hacer, aunque no lo veamos, nada se pierde.

Viene aquí de nuevo a colación la calidad de nuestro pensamiento, su amplitud, para poder abarcar e integrar más.

Recibimos una pauta: sed como el sol que da luz, calienta y vivifica.

Podemos tenerla en mente en cada intercambio con otro ser humano y notaremos la diferencia inmediatamente.

Miles de millones de seres humanos en actitud de dar luz, de calentar, de vivificar.

Ese es el potencial de nuestra tierra.

Que cumplamos nuestra parte.

Siempre debéis tener en vuestro pensamiento un lugar para los demás. Porque cada vez que no actuáis tan bien como podríais, hay algo en algún lugar del mundo que se oscurece, comprometido por vuestra falta. Y obrar bien no significa necesariamente aportar una ayuda material, no, sino pensar en las consecuencias que vuestros pensamientos, vuestros sentimientos, vuestros actos, vuestras intenciones pueden tener en los seres.

¡Hay tantas posibilidades para ayudar a los humanos! Éstas son las posibilidades que debéis encontrar sabiendo que, del bien que hacéis, nada se pierde. Una vez lo habéis hecho, ya no penséis más en él, y sobre todo no esperéis nada a cambio. Sed como el sol que da luz, calienta y vivifica a todas las criaturas: no se pregunta si ellas le están agradecidas.

Omraam Mikhäel Aïvanhov,  Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: escena de «El árbol de la vida», de Terrence Malick