Hoy se nos habla de restablecer cada día, muchas veces, nuestro estado de consciencia superior.
En ese estado hay calma, propósito, armonía y no son infrecuentes los momentos de gracia.
La gracia es esa vivencia ya olvidada en la que nos encontramos en absoluta paz, calma y agradecimiento; en comunión con nuestra alma y con una fuerza superior benevolente que nos acoge y da refugio.
Desde ese lugar surge un gran respeto por todos los seres que sienten, a los que comprendemos en su dimensión sagrada, divina.
Si: los días se nos presentan aparentemente como una colección de obstáculos y trompicones, y muchos de los mensajes que recibimos los enfatizan más y más.
Pero la vida es otra cosa cuando la gracia nos habita.
Para subir con el pensamiento al encuentro con nuestra alma y con el mundo divino no hace falta un equipamiento especial ni tampoco mucho tiempo.
Allí se nos da, cada vez, un depósito lleno de gracia que podemos administrar hasta la siguiente visita.
Y entretanto, los intercambios, aquí en la tierra, adquirirán una dimensión y una nobleza nuevos para nosotros.
No se puede negar que cada día se nos presentan numerosas ocasiones para turbarnos, sentirnos maltratados, atropellados; pero a pesar de todo podemos salvaguardar o restablecer nuestros estados de conciencia superiores. ¿Cómo? Acostumbrándonos a vivir vigilantes, en constante atención hacia el mundo divino. Y ya desde la mañana, debemos pensar en hacer todos los gestos de la vida diaria manteniendo nuestros pensamientos fijos en el Cielo.
Decidios al menos a probarlo… Cierto tiempo después comprobaréis que nada consigue quebrantaros durante mucho tiempo. Una mala noticia, una enfermedad, un accidente son acontecimientos que pueden trastornaros, y es normal. Pero si os habéis acostumbrado a mantener vuestro pensamiento concentrado en el mundo divino, superaréis mucho más rápidamente estas pruebas. Porque es al espíritu al que Dios hizo todopoderoso.
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “Pensamientos cotidianos”, Editorial Prosveta. Imagen: Camino de Santiago, Ventosa, La Rioja, 21 julio 2012