Estamos buscando.
A veces nos sentimos a oscuras, en zozobra, perdidos.
Pero hay un sendero.
“Mis amados hijos”, nos dicen.
Somos los hijos amados, el sendero nos espera, también la mano tendida y la mirada amorosa.
Tendamos también nosotros la mano, miremos con amor.
Con el corazón limpio, confiemos: ¡No desfallezcamos!
Hijos míos, hijos míos, mis amados hijos:
No penséis que Nuestra Comunidad está oculta de la humanidad por muros impenetrables.
Las nieves del Himalaya que Nos ocultan, no son obstáculos para los verdaderos buscadores, sino sólo para los curiosos.
Tened presente la diferencia entre el buscador y el investigador adusto y escéptico.
Estad inmersos en Nuestra labor; y Yo os conduciré por el sendero hacia el Mundo Aquel.
Las hojas del jardín de Morya, sutra 313, 1924 Agni Yoga Society, Nueva York. Imagen: fire blossom, 1924, original de Nicholas Roerich