«¡Tantas capas opacas se interponen entre nuestra conciencia ordinaria y nuestra conciencia divina! Por esto, lo más importante que debemos hacer, es aplicar los métodos que nos permitirán disgregar los posos, las escorias que nos impiden manifestar la sabiduría, la fuerza y el amor divinos.

Los alquimistas del pasado buscaban el disolvente universal. ¿Por qué?  Querían disolver esta materia opaca que se hallaba en su interior, mala inspiradora y peligrosa conductora que impide la unión con Dios. Y ¿queréis saber cuál es el mejor disolvente? La humildad. Pero este disolvente sólo actúa con eficacia si sabemos por qué y cómo debemos ser humildes; porque no se trata de despreciarse, de rebajarse sin discernimiento. Una humildad mal comprendida puede causar tantos daños como el orgullo. La verdadera humildad es aquella que nos permite disolver nuestra naturaleza inferior con el fin de identificarnos con la Divinidad.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: campos de lavanda en Brihuega (Guadalajara), 24 julio 2016 (cortesía de Olga Tamames)