Hermosas invitaciones nos llegan.

Hoy se nos anima a ser artistas, a hacer de cada cosa (cotidiana o no) algo nuevo, dotado de belleza angélica.

Crear el paraíso dentro de nosotros para vivir en otro estado.

A partir de ahí, unir unos y otros paraísos en una comunidad de seres conscientes, llenos de luz.

Ese es el ideal. Parece lejano, inalcanzable. Todos los ideales lo parecieron en sus inicios.


Estamos lejos, pero también cerca.

El paraíso es una creación de cada cual, un arte muy elevado.

Empieza en un lugar muy recóndito, solitario. Pero podemos construirlo.

“Y todos los seres que se acerquen a nosotros empezarán a sentir que hay ahí unas construcciones magníficas, un jardín lleno de árboles, de flores y de pájaros.»

«¿Por qué dejar el arte a los artistas? Cada uno de vosotros debe convertirse en poeta, pintor, músico en su vida. Y no os preguntéis si vais a ser reconocidos como artistas por vuestro entorno o por el público. Seréis vosotros los que sabréis, sentiréis que vuestro trabajo está ahí, con vosotros, no podréis dudar de él. Diréis: «Pero si estas creaciones se quedan dentro de mí, nadie va a beneficiarse de ellas.» Al principio, en efecto, seréis unos artistas desconocidos autores de obras maestras desconocidas. Pero hay en el mundo invisible otras criaturas, todo un público angélico que vendrá a mirar, a escuchar. Y es a este público angélico al primero que debéis atraer.

Así pues de momento sólo debéis prepararos de hacer bien vuestro trabajo y de perseverar. Porque es una ley: todo lo que llegamos a realizar interiormente produce efectos y, en primer lugar para nosotros mismos. Si con nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestros deseos, llegamos a crear el paraíso dentro de nosotros, seremos nosotros los que primero viviremos en él. Y después, poco a poco, todos los seres que se acerquen a nosotros empezarán a sentir que hay ahí unas construcciones magníficas, un jardín lleno de árboles, de flores y de pájaros.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta.  Foto: Escena en Mongolia, junio 2007