«Las oraciones, el ayuno, las abluciones, etc. Todas las prácticas prescritas por las religiones del mundo entero tienen por misión preparar a los seres para recibir correctamente las corrientes y los mensajes del Cielo. Pero lo más importante no son las prácticas en sí mismas. Lo más importante es la voluntad de emprender un trabajo interior de desprendimiento, de purificación: mejorar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestros actos. Aquél que no se decide a cumplir este trabajo, mejor sería que dejara de lado la espiritualidad, si no será un peligro para sí mismo y para los demás.

Mientras no nos hayamos desembarazado de ciertos prejuicios y tendencias, nada es más peligroso que las prácticas espirituales: éstas dan la ilusión a aquél que se entrega para poder ser un mensajero, un instrumento del Cielo. Y así es como algunos se han convertido en verdugos de su familia o incluso de su pueblo. Sólo aquél que ha trabajado con desinterés y el amor hacia los demás es capaz de oír y transmitir los mensajes del Cielo.»

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Editorial Prosveta. Imagen: Anochecer en Carbajo, Cáceres, 24 junio 2016