«Aquel que se casa, añade a sus relaciones un suegro, una suegra y un montón de cuñados, cuñadas, sobrinos, sobrinas, primos, etc. Pero eso no le hace más consciente necesariamente de lo que es realmente una familia. Podemos perfectamente agrandar el círculo de personas que frecuentamos y seguir manteniendo la misma conciencia estrecha, limitada y egoísta. Eso lo constatamos todos los días. Fundar una familia, e incluso tener hijos, todavía no es una prueba de que seamos capaces de esta ampliación de la conciencia que se manifiesta con una actitud de nobleza y de desinterés: la de aceptar limitarse, sufrir y sacrificarse por los demás.

Pero queda todavía un paso que dar. Más allá de la propia familia – aquella a la que ya pertenecéis y aquella que queréis fundar – pensad que sois un miembro de la gran familia universal de las criaturas de Dios. Y que este pensamiento os alegre y os inspire a trabajar cada día para ella.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: atardecer en Antigüedad (Palencia), el 29 de noviembre de 2015 (Marga Lamoca)