«La inquietud, la agitación crean las peores condiciones para la actividad del pensamiento. Por esto, cuando tengáis que resolver un problema importante, comenzad calmándoos. Haced el silencio en vuestro interior y tratad de elevaros lo más alto posible, porque es arriba donde se encuentra la luz. Cuando sintáis que habéis logrado alcanzar una especie de cima, formulad la pregunta que os preocupa y esperad.
Ciertamente, esta respuesta comenzará a llegaros más o menos claramente; quizás no sea más que una vaga sensación difícil de interpretar, pero esto ya será un indicio. Así pues, no abandonéis. Tantas veces como sea necesario, volved a hacer la pregunta: pronto sentiréis una claridad en vuestro interior, una certeza, y en este instante ya no habrá duda, sabréis cómo debéis actuar. Pero debéis saber que la claridad y la precisión de las respuestas que recibiréis dependen de vuestro desarrollo espiritual.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: amanecer en Melbourne, 27 octubre 2015 (Viictor Perton)