«El sabio es aquel que ha llegado a desprenderse de los fardos inútiles de la existencia. Ha sobrepasado las regiones de las nubes y del polvo dentro de él, es decir, los planos astral y mental (los sentimientos y los pensamientos egoístas, vulgares), para elevarse hasta las regiones en donde brilla un sol eterno. Y no tiene otro deseo que el de transmitir a todos esta sabiduría que ha conquistado con tanto esfuerzo.
¡Pero cuánto tiempo se necesita para hacer comprender a los seres lo que sobre sí mismos deben comprender! Lo único que el sabio puede comunicar inmediatamente, es el gozo que extrae de esta sabiduría, este gozo que desborda de su alma y que podemos llamar también amor. A causa de este gozo y de este amor que llega hasta ellos, los humanos se ven obligados a reflexionar. O, al menos, se preguntan a través de qué caminos podrían, ellos también, alcanzar el mismo estado de conciencia.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Pintura de Nicholas Roerich, «Song of Shambala» (1943)