Hay momentos en que alcanzamos instantes de comunión con lo divino, con lo alto.

Son fugaces, se nos escapan, tardan en volver.

Pero cuando estamos alineados con el alma estos momentos vuelven más y más, y nuestro Yo Superior está más presente.

Hoy es fin de año y además día de meditación grupal.

Que, desde nuestro centro, contribuyamos armonía y propósito al año que comienza.

Hay mucho trabajo a hacer por el progreso de la humanidad.

No desanimemos, nos dice Aïvanhov. Vamos a por ello.

Sin que ningún signo precursor os lo advierta, puede suceder que de repente os sintáis invadidos por la luz: de repente, vuestra conciencia es proyectada muy arriba hasta el plano de la superconciencia y os sentís deslumbrados por la inmensidad, la belleza en la que vive vuestro Yo superior… Desgraciadamente, este estado no es duradero, y de nuevo retomáis vuestra vida cotidiana con las mismas preocupaciones, las mismas debilidades: os sentís en la oscuridad, en la limitación, desconectados, de vuestro Yo superior, vuestro Yo divino, como un fragmento separado del Todo… Luego, de nuevo, sentís un deslumbramiento, una iluminación, y ahí también, este instante no es duradero.

Pero no os desaniméis, continuad trabajando, esforzándoos. Un día, finalmente, después de todos estos altibajos, después de todas estas oscilaciones entre la claridad y las tinieblas, la luz ya no os abandonará, habréis cambiado de orilla y estaréis definitivamente salvados.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos (www.prosveta.es)