El año nuevo es una nueva oportunidad cada vez.

Es como un libro abierto lleno de posibilidades hermosas.

Podemos llenarlo de belleza, de compromiso, de propósito, de amor.

Pase lo que pase, el nuevo año nos da siempre un nuevo impulso para buscar lo divino en todo.

El que busca encuentra, está dicho en las escrituras.

Es momento para despojarse de lo burdo y de lo zafio y de limpiarse por dentro.

Roerich nos recuerda en su pintura el amanecer glorioso.

Vayamos al encuentro de este amanecer, ésta es nuestra oración para el año nuevo.

Mañana comienza un año nuevo, y esta noche, con nuestros cantos, acompañamos el año que termina. Éste se siente muy feliz porque lo abandonamos con mucho amor. Respecto al año nuevo, esta misma noche ya podéis comenzar a prepararlo conscientemente, fijándoos un objetivo: una cualidad a desarrollar, una mala costumbre a abandonar, un proyecto a realizar para la gloria de Dios. Mediante este pensamiento y este deseo, es como si pusierais la primera piedra, y entonces todos los espíritus luminosos de la naturaleza os aportarán su ayuda, para que podáis realizar vuestro proyecto divino. He aquí cuales deben ser vuestras preocupaciones durante este último día del año.

Desgraciadamente, no se ve a mucha gente que tenga esta clase de preocupaciones. La mayoría se prepara para hacer excesos de todas clases. ¿Cómo no sorprenderse después si el año transcurre mal para ellos? Entonces vosotros, al menos, que sois discípulos de la Escuela divina, esforzaos en recibir el año nuevo situándoos bajo el signo de la luz.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es.. Imagen: Pintura de Nicholas Roerich: “Northern midnight” 1940