««Mi Padre trabaja, y yo también trabajo», decía Jesús. Como Jesús, los Iniciados que tienen la conciencia despierta, participan cada día en el trabajo de Dios; y vosotros también podéis participar en este trabajo. Diréis: «Pero ¿cómo, nosotros, tan ignorantes, tan débiles, podemos participar en el  trabajo de Dios?…»

Os daré un método. Permaneced, en un principio, un largo espacio de tiempo en el silencio y la inmovilidad, después comenzad a elevaros mediante el pensamiento… Imaginad que abandonáis poco a poco vuestro cuerpo físico, saliendo por esta obertura que se encuentra en lo alto de vuestro cráneo. Continuad imaginando que atravesáis vuestros cuerpos causal, búdico y átmico, que os unís al Alma universal, este principio cósmico que llena el espacio, y que ahí, participáis en su trabajo en todos los lugares del universo a la vez. Vosotros mismos, seguramente no tenéis claro, en este momento, lo que hacéis, pero vuestro espíritu, él, si lo sabe.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: río Ladroil entre Bahamonde y Guitiriz (Lugo), 18 de marzo de 2016 (cortesía de Koldo Aldai)