Hoy hablamos de armonía, ese estado de equilibrio y ecuanimidad, esa joya entre las joyas.

Armonía en los tres cuerpos: físico, mental, emocional. Y entre ellos tres.

Armonía como puerta de acceso al silencio, y desde el silencio al alma.

(Desde el alma al alma suprema, en comunión).

La desarmonía del mundo es poderoso imán que tira de nosotros, nos arrastra, nos zarandea.

Pero a esa fuerza notable podemos responder con una fuerza mucho mayor: lo suave vence a lo fuerte: en el ojo del huracán hay un punto de calma.

Leemos en una fuente sagrada: “Los resultados de tu armonía son muy valorados por Nosotros. Para las misiones importantes reunimos a las personas armoniosas ––su vibración es muy poderosa”.

«A aquél que desea practicar la meditación se le explica que primero debe hacer el silencio en sí mismo. Cierra pues los ojos para concentrarse… Pero ¿qué es lo que sucede a menudo? Todas sus preocupaciones, sus inquietudes, sus animosidades, remontan inmediatamente a la superficie, y pronto le resulta imposible permanecer inmóvil y conservar la postura correcta. Así pues, aquél que empieza a practicar la meditación debe saber de antemano que se trata de un ejercicio difícil que exige una gran disciplina. En efecto, este silencio interior que trata de obtener, es el resultado de una concordancia entre los tres planos físico, astral y mental; y esta concordancia, sólo puede realizarla empezando por disciplinar su cuerpo físico, su corazón y su intelecto a fin de introducir en ellos la armonía.

«Armonía»… Impregnaos de esta palabra, porque es la llave que abre las puertas de la región del silencio: armonía en el plano físico, armonía en el plano astral (los sentimientos), armonía en el plano mental (los pensamientos), y también armonía entre estos tres planos. El silencio que entonces consigáis crear dentro de vosotros, irá acompañado de una sensación de alivio, de liberación: se os quitará un peso de encima, se disiparán los obstáculos y vuestra alma, escapándose de su prisión, se desplegará libremente en el espacio.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta Imagen: Siete Picos, 18-1-14 (Fermín Tamames)