{jcomments on}
El pensamiento de hoy se refiera a algo que todos conocemos muy bien.
Si pudiésemos ver nuestras emanaciones, nos asustaríamos al ver el aura negruzca, oscura, triste que nos rodea.
Las quejas, los pensamientos negativos, las frases hirientes, son las que poco a poco configuran una ciénaga en nuestra mente.
Todas las tradiciones nos hablan de ello, con mayor o menor énfasis: cuando el jardín es hermoso y está limpio todos los pájaros llegan para deleitarnos con su canto.
Y llega la paz, y el murmullo de la fuente es canto celestial.
Y un día determinado, con un halo que no podemos describir, llega otra presencia, la de la Conciencia Crística de la que hoy habla Yogananda.
La vida moderna no ayuda a que nuestros pensamientos sean armoniosos, pero la tarea para tomar el control de la mente es personal e intransferible.
Nos hablan hoy de la frescura y de la fragancia de los pensamientos divinos, que lo limpian todo a nuestro alrededor.
Es un regalo para empezar el día, y ese regalo también podemos ofrecerlo nosotros en cada pensamiento, en cada palabra, en cada mirada.
Considera siempre tu mente como un jardín; no dejes que se convierta en una ciénaga pestilente, llena de detestables estados de ánimo negativos, sino que cólmala de la hermosura y fragancia de los pensamientos divinos. Si cultivas las celestiales y perfumadas flores de la paz y del amor, la abeja de la Conciencia Crística (la conciencia de Dios, omnipresente en la creación) se adentrará furtivamente en tu jardín. Así como la abeja busca solamente aquellas flores que poseen la dulzura de la miel, así Dios acudirá a ti solamente cuando tu vida se haya dulcificado con la miel de los pensamientos armoniosos.
Paramahansa Yogananda (1892-1953): “Donde brilla la luz”, p150, editado por Self Realization Fellowship. Imagen: Óleo de Dora Gil: “Perfume” http://www.doragil.com