Hablamos en estas notas de los pies en la tierra, la mirada en el cielo.
Es un recordatorio para hacer lo que tengamos que hacer, pero desde otra consciencia.
Esa otra consciencia es sabernos unidos con el alma suprema, que nos une con todas las almas.
Estamos así en la tierra con una consciencia sagrada que nos recuerda en cada momento quién somos.
Cuando recuerdo que soy un alma inmortal, mis compañeros son la energía y la confianza.
También la humildad.
Si: podemos vivir en los límites que nos imponemos y nos imponen, o podemos vivir en la supra consciencia.
Cuando elevamos nuestra consciencia, lejos de aislarnos de los demás, nada humano nos será ajeno.
Hay un camino hacia la liberación y la alegría.
En una enseñanza espiritual aprendéis a salir de los límites de vuestra conciencia ordinaria para proyectaros con el pensamiento muy arriba, hasta el Ser supremo que abraza a todas las criaturas y que las nutre con su existencia. Gracias a vuestros esfuerzos para acercaros a este Ser infinitamente luminoso y poderoso, ponéis en marcha unos movimientos en vuestro subconsciente, en vuestra conciencia, en vuestra superconciencia, y vivís entonces experiencias inexpresables.
Debéis realizar este ejercicio hasta lograr sentir que ya no existís como una entidad separada, sino que os fundís en este océano de luz que, sólo él, puede daros la sensación de lo que es el Creador. En esta fusión con la luz cósmica es donde encontraréis el conocimiento, la liberación y la alegría.
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Dispensario médico de Piikhana, programa Colores de Calcuta, agosto 2011