«Al captar las corrientes que vienen del espacio, las cimas de las montañas juegan el papel de antenas: ponen a la tierra en comunicación con el cielo. En la época en que las nieves y los hielos empiezan a fundirse, las aguas que corren por la superficie, así como las aguas que se infiltran bajo tierra y atraviesan las diferentes capas del suelo, son impregnadas por los fluidos del cielo, por corrientes de energías puras. Los espíritus de la naturaleza, que son atraídos por estas corrientes de energías, visitan a menudo las cimas de las montañas; se bañan en estos efluvios para reforzarse, para regenerarse, y después continúan su trabajo a través del mundo.

Las cimas de las montañas son como bocas que absorben y transforman las fuerzas cósmicas; y los cursos de agua son las vías de comunicación que las conectan con las llanuras y los valles. Por eso, cuando contempléis una montaña, hacedlo con la conciencia de que es un transformador de la energía cósmica. Pensad que todas las aguas que descienden por sus laderas se impregnan de esta vida que, después, dan de beber a los diferentes reinos de la naturaleza.»

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86), Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: “Gordo”, un pino canario que es el árbol más alto de la isla de El Hierro (40m), 3 de marzo de 2016