El pensamiento de hoy nos llama a la renovación.

A quitarnos las prendas oscuras y pesadas, figuradamente, para despojarnos de todo aquello que nos impide evolucionar y estar en lo alto.

A abandonar lo denso y burdo para entrar en las regiones de lo sutil, del propósito.

A buscar el tesoro oculto que todos sin excepción alguna podremos un día aflorar desde nuestra condición humana.

Todo nos llama a que aumentemos nuestra consciencia, y entonces obrarán milagros.

“Cuando lo consigáis, en el momento que cerréis los ojos para uniros al Cielo, sentiréis cómo sus bendiciones afluyen hacia vosotros”, nos dice bellamente Aïvanhov.

Os esforzáis en meditar, en rezar, y tenéis la sensación de que esto no os aporta nada o muy poca cosa. Pero es porque simplemente creíais que podríais elevaros sin haber previamente abandonado vuestras viejas vestiduras densas y bastas – simbólicamente hablando –. En estas condiciones, ¿qué creéis que puede recibir vuestra alma? La luz, las respuestas del Cielo, sus bendiciones, no pueden llegar hasta vosotros, no logran atravesar este caparazón.

Para recibir las respuestas del Cielo, debéis presentaros ante Él llevando vestidos ligeros y transparentes, es decir trabajando primeramente en libraros de vuestras codicias, de vuestros cálculos, de vuestras ideas falsas, de vuestra mezquindad. Cuando lo consigáis, en el momento que cerréis los ojos para uniros al Cielo, sentiréis cómo sus bendiciones afluyen hacia vosotros.

Omraam Mikhäel Aïvanhov (!900-86). Pensamientos cotidianos. www.prosveta.es. Imagen: Hidden treasure, original de Nicholas Roerich (!947)

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