Este pensamiento y sobre todo esta práctica nos acompañan hace algún tiempo.

Cada día son tres los momentos en que podemos meditar, mientras comemos.

Las cuatro líneas de hoy nos sugieren un trabajo que en realidad puede ser una alquimia, un trabajo en verdad revolucionario.

Se nos pide enviar amor en su dimensión original y pura.

Hablamos de ese amor que tan bien se expresa en silencio, pensando en lo más sagrado.

El que come con amor está dando gracias a la creación.

Y dar gracias, comprobamos una y otra vez, es una de las medicinas más potentes a nuestro alcance.

Tres veces al día una acción de gracias. Y poco a poco, viviremos siempre la ambrosía de la gratitud.

Cuando comáis, pensad también en enviar al alimento vuestro amor, porque entonces se abrirá para daros todos sus tesoros. Mirad las flores: cuando el sol las calienta se abren, y cuando desaparece se cierran. ¿Y el alimento? Si no lo amáis no os dará casi nada, se cerrará; pero si lo amáis, si lo coméis con amor, se abrirá, exhalará su perfume y os dará todas sus partículas etéricas. Estáis acostumbrados a comer automáticamente, sin amor, para llenar un vacío, pero intentad comer con amor y sentiréis en vosotros una disposición maravillosa.

Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). “El yoga de la nutrición” p.30, Editorial Prosveta. Foto: niños en Agra, India, 30 abril 2010.