El pensamiento de hoy tiene que ver con una ley oculta de la que los humanos somos poco conscientes.
El gesto lleva al sentimiento, y el sentimiento crea nuestro universo interior.
Los gestos pueden ser amables, armoniosos, amorosos.
También pueden ser bruscos, violentos, hostiles.
Los segundos son muy frecuentes en nuestro mundo de hoy, muchas veces de modo gratuito e innecesario.
Poco a poco vamos configurando una realidad roma, prosaica, triste.
Pero el gesto también puede ser el preludio de nuestra aromnía interior, de la proyección de un pensamiento elevado.
Juan Iglesias hizo la preciosa llamada de que las almas habiten más dulcemente los cuerpos.
Los que sigan esta llamada estarán más ceca de Dios.
«Existe una estrecha relación entre el sentimiento y el gesto. Cuando sentís cólera o amor, ¿por qué este sentimiento se abre camino hasta el plano físico? Lo queráis o no, hacéis los gestos que le corresponden. Cuando sentís amor hacia alguien, os sentís instintivamente impulsados a verle, a hacerle regalos, a abrazarle. Y cuando estáis furiosos contra él, debéis hacer un gran esfuerzo para no expresar vuestra cólera golpeándole. Cada sentimiento se manifiesta a través de unos gestos determinados, y lo contrario es igualmente cierto. Haced como si os maravillarais y terminaréis estándolo verdaderamente. Adoptad el semblante de estar indignados, y lo estaréis también. Como los sentimientos provocan los gestos, los gestos también provocan los sentimientos. He aquí unas leyes de las que debemos ser conscientes para sacar partido de ellas en nuestra vida diaria.»
Omraam Mikhaël Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos, Editorial Prosveta. Imagen: Sister Jayanti y Guillermo Simó en el VI Contigo somos + Paz, 25 septiembre 2011