«La meditación es una actividad que nos sitúa en la frontera de dos mundos: uno que está por encima de nosotros y el otro por debajo; y desde esta región intermedia que ocupamos, con el pensamiento ponemos en marcha elementos, fuerzas y entidades.

Aquél que medita no es por tanto un ser pasivo, sino un ser activo: con su pensamiento puede construir o destruir, organizar las cosas o las desordena, y si no tiene luz, si no es inteligente, evidentemente las desarregla más que arreglarlas. Lo sepa o no, física y químicamente, está desplazando fuerzas y elementos para el bien o para el mal, para la construcción o para la destrucción. Así pues, cuidado con el estado en que os encontráis en el momento en que decidáis meditar: esforzaos siempre en dar una finalidad luminosa al trabajo que ejecutáis con el pensamiento.»

Omraam Mikhäel Aïvanhov (1900-86). Pensamientos cotidianos. Editorial Prosveta. Imagen: paisaje cerca de Asker, Noruega, 2 julio 2016 (cortesía de My Hang)