Jesús es el príncipe del amor. Su mirada todo lo cura. Su presencia es la del gigante.
Jesús es el ejemplo más maravilloso de lo que el ser humano está destinado a ser cuando elimine de su vida la ofuscación, la avidez y el odio y los sustituya por el amor.
Pienso en Jesús todos los días, y en muchas circunstancias cotidianas trato de imaginar, para poder actuar en consecuencia, qué hubiera hecho él ante ésta o aquélla circunstancia.
Jesús es el amigo, el padre, el hermano. Con él desaparecen todos los miedos. Y con él se recuerda todo lo importante.
Pienso en él y me vienen dos ideas al ánimo: “Gracias” y “no nos abandones”.
Que seamos dignos de él, es nuestra invocación para este fin de semana.
Imagen: “Compassion”, original de Nicholas Roerich (1936)